Poeta, cantautor y sommelier. Nació en La Rioja y el amor por su pueblo lo fue acercando a la lírica de sus mayores; desde ese mirador de la palabra se conecta y vincula con la literatura latinoamericana.
Hacedor de la cultura y comprometido con la realidad social de su época, la obra de Paredes discurre entre el poema y la canción aunque también explora la narrativa.
Publicó los libros “Degustando vino y canto” (2014), “Pircacuna de Coplas” (2015) y “En donde vengo” (2019). Grabó los discos “Ritual de Greda” (2017) y “Un cielo de vidalas” (2018). Su poesía recibió numerosos premios y ha sido publicada en diversas antologías, revistas literarias y de filosofía, a nivel provincial y nacional. Luego de vivir diez años en Buenos Aires, en 2015 se radica nuevamente en su ciudad natal y comienza a trabajar en diferentes proyectos artísticos desde La Rioja.
Premios y menciones:
«La mecánica del mundo
Es para la alegría”
La sentencia de Moyano
Eligió vivir en Pinchas
Amanece despacito
Girasoles de ternura
Se pasea por el patio
Que Ramona su Frescura
Esa vaina desde el árbol
Alojita en su mirada
Por la magia de sus manos
Del telar quedó prendada
Caminantes de la vida
Les convida la montaña
Por el río de sus días
Un remanso de vidalas
En la Paila de la Chaya
Caben todos los sabores
Durazneros y ciruelos
Madurando los amores
Ni les cuento de la parra
Su sombrita por la noche
Cuando todos se despiden
Reverdecen los cantores
Cada quien tendrá su canto
Cada cual su melodía
Pero en torno de La Paila
Cada copla se convida
Primer premio, Rubro Coplas. 1° Concurso de Coplas “Alfonso Carrizo”, Concurso Literario Chaya 2020.
Había la necesidad de una palabra. El conquistador no la traía en sus arcas. Le era imposible nombrar el milagro agrario de las cosechas. La celebración visceral de la tierra era un gemido. Lo tribal cruzado con lo sagrado, misteriosamente, carecía de un nombre. Sus escribas ensayaban garabatos y fonemas. Lo intentaron tantas veces. Carnaval. Sonaba bien pero seguía sin alcanzar. Entonces vino el nativo del origen. Puso su grito en celo a oídos del invasor. Desde aquellos días comprendieron, algunos, la vidala, de este tiempo vital. Chaya.
Segundo premio, Rubro Microcuento. 3° Concurso de Microcuentos “Te Cuento la Chaya”, Concurso Literario Chaya 2020.
I-
Las palabras tienen su peso
He intentado medirlas
Comparar sus formas
Encontrarles la vuelta
A veces las digo ligeras
Como un ave quieta
En la rama del viento
Otras se me caen
Lluviando
El sentido de las cosas
También las hay
Como espesa niebla
No sirven para contar
Sino para sentir
La densa proximidad
De lo ausente
Las palabras tienen su peso
Y pueden lanzarse como piedras
Desde la infancia aquella
Las traigo en mi uso
Pero confieso jamás
Haber acertado /
Al silencio
II
No siempre
El peso de lo dicho
Acierta en el blanco
Quise seducir a una persona
Y se enamoraron otras
Me propuse conmover a un amigo
Y la risa le estalló en su rostro
Me desvele porque mis hijos
Permanezcan en su inocencia
Sin embargo crecieron
Hasta que decidí lo más grandioso
Que mis palabras aborten la muerte
Pero la muerte ya nació conmigo
(Y goza de muy buena salud)
Y crece / a cada minuto me crece
En ocasiones me cuestiono
Con qué fin perseverar
En el oficio de las palabras
En ocasiones me respondo
Que no lo sé
Entonces /
Leo para creer
Primer premio, Rubro Poesía, Concurso Feria del Libro La Rioja 2019.
Voz de cardón me dijeron
Como un halago dichoso
Quién como yo, con su tambor
Porque cantando te pincho
Con mi sentir montañoso
Quién como yo, con su tambor
Pal carnaval soy una flor
Siga que siga la rueda
Con este canto contento
Quién como yo, con su tambor
Que si mañana me muero
Lleven mi canto al entierro
Quién como yo, con su tambor
Pal carnaval soy una flor
Dicen que canto picante
Dicen que canto muy fiero
Quién como yo, con su tambor
Digo que midan su canto
Cuando les nace del pecho
Quién como yo, con su tambor
Pal carnaval soy una flor
Eche su copla compadre
A qué ha venido sino
Quién como yo, con su tambor
Ponga a un costado el silencio
Saque de adentro su son
Quién como yo, con su tambor
Pal carnaval soy una flor
Primer premio, Rubro Canción Inédita, Ganadora del Certamen Pre Chaya 2019.
En el ancho caudal de tu nombre
Como una crecida marrón
De voces antiguas
Baja desde el inicio
El cobrizo canto de los pueblos
Resonancia de coyuyares
Prendidos al lomo verde del grito
Se alza sobre la tierra
La ceremonia fértil del abrazo
Dulce deshielo serrano
Serpentea por la sangre
La memoria musical
De tu nombre simple
Como vetas minerales de gesto andino
En las hendiduras de la madera
Entre las fibras calurosas del cuero
Penetra luminoso el silencio de las quebradas
Preñado de tuntunes y tropeles
A estrellarse feliz y definitivo
Contra el verano de los hijos
Porque la herencia que somos
Todo cuanto fuimos e insistimos ser
Cabe y recorre lado a lado
Los torrentes desbocados
Del último alarido indio
Chaya / ojo del agua
Naciente del destino
Amplio caudal de sonido simple
Verdecido canto nuestro
En los rituales del origen
Segundo premio, Rubro Poesía, Concurso Nacional de Poesía “La Chaya en la poesía riojana 2019”.
Pacífico de pie
Olas petrificadas
Abismo erguido
En que los pueblos sencillos
Contemplan sus honduras
Sumergidos de continente
Horizonte del horizonte
Las montañas
Presiden el paisaje
Dividen los vientos
Organizan las sombras
Distribuyen la luz
Proveen el agua
Y las montañas son
Un cúmulo de sonoridad dormida
Donde el alto misterio del zonda
Del cóndor y los camélidos
Habita en las quebradas
Celosamente custodiado
Entre sus pliegues minerales
Y las montañas son
Los músculos de la tierra
Que se alzan sobre ella
Como signos de su fuerza
Como promesa de lo fecundo
Y las montañas son
Deshielos congelados
Y cumbres que lo administran
Guardan metal en sus entrañas
Y la furia contenida por el despojo
Lucen la piel de un camaleón
Pero a nosotros nos ofrece
Diariamente
Su tono de azul canción
Soberbio conjuro de sonoridad dormida
Montonera de piedras encimadas
Para solo decir un grito avalancha
Replicado al infinito en ecos vivientes
No pasaran
No pasaran
No pasaran…
Segundo premio, Rubro Poesía, Concurso Feria del Libro La Rioja 2018.
Traigo desvelos de allá
Vuelvo gajito de sol
Llego perfume de azahar
Amanecido de amor
Me llaman el volvedor
Como el coyoyo cantor
Por éste verde ritual
Me llaman el volvedor
Cada febrero puntual
Traigo mi copla mejor
Me llaman el volvedor
Como el coyoyo cantor
Voy arrimando mi voz
Vengo encendido carbón
Llego sediento tambor
Ronquito pero cantor
Me llaman el volvedor
Como el coyoyo cantor
Desde la greda frutal
Vuelvo solito y legión
Linaje son musical
Somos ardiente canción
Me llaman el volvedor
Como el coyoyo cantor
El volvedor…
Obra ganadora, Rubro Canción Inédita, Ganadora del Pre Selectivo Cede La Rioja para Pre Cosquín 2017.
Hay la falta de agua
Y hay en abundancia
Tanto que nos desborda la espera
Tanto que nos ahoga
La calma hasta engordar de vacío las tinajas
Hasta dolernos la pulpa
Hasta disecarnos el ánimo
Hay la falta de agua
Y el eco de las cisternas
¡Ay la falta de agua!
En donde vengo
Los ríos insisten en ser ríos
Entonces dibujan su cauce
Por los contornos de la sed
Y sueñan con que algún día sus gotas de sequía
Alcancen a tocar el mar
Esa falta de agua
Nos enjuaga de polvareda el rostro
Hasta lograr el marrón necesario
Hasta que la piel se torne corteza
Hasta que por fin seamos monte
Para volver a la raíz
Una y otra vez
Volver a la raíz
Como un espasmo vital
Único modo de sobrevivir
En esta carencia poblada
Volver a la raíz
Como a un aljibe hondo
Como a una fuente diurna
Volver a la raíz
Como a una vertiente desierta
Como a una acequia de noche
Volver a la raíz
Como a un paraíso de muerte
Donde es posible la vida
Primer premio, Rubro Poesía, Concurso Feria del Libro La Rioja 2017.
“Seamos libres
Que lo demás…”
Ya lo hizo San Martín.
Hermanos y hermanas
Nadie nos pide cruzar la cordillera
Combatir en Obligado
O cualquier otra proeza
Sólo asumir la independencia
Que recibimos en herencia
Con la democracia entre los dientes
Y la memoria ilesa
Tomar la posta
Ejercerla
No podemos desoír lo que somos
Hay una historia que nos atraviesa
La libertad está jugada
Y la independencia será
Una construcción colectiva
Necesaria y cotidiana
A mi madre y su infatigable ternura
Obra ganadora Concurso literario “El Pueblo ya sabe de qué se trata”, organizado por el Municipio de La Ciudad de La Rioja por el Bicentenario de la Patria (1816-2016).
Cuando todo duerme:
La cocina bosteza su bienvenida,
Se desperezan las hornallas…
Ella echa sus primeros rezos,
Un estar en el jardín y luego la fajina.
Boinas, helechos, albahaca,
Con ese antojo colorido
De hortalizas soñadas.
Recién entonces, todavía de noche,
Mi madre despierta el alba,
Enciende el sol,
De un empujón pone a andar la vida
Y comienza una nueva jornada.
Entre jaculatorias y ollas mágicas…
Aunque sobre el hambre en el mundo
O precisamente por eso,
Anda curando las heridas
Con un mate suave
De leche y manzanilla.
La siesta es tan sagrada como su plegaria.
Por la tarde,
Reuniones, velorios, compromisos,
Nacimientos, partidas.
Mas no hay vecino enfermo
Que le escape a su visita.
Que un hijo que la nieta.
Que un nieto que la hija.
Que esto que aquello.
Con el cariño a flor de piel.
Con el gesto siempre atento…
La capilla, las amigas,
Sigue la rutina
Entre mate y manzanilla.
Por la noche,
Poco antes del Amén,
Inventa una nueva fuerza;
Ordena la casa, apaga las estrellas.
Vuelve al cuarto, busca un lugar
Junto a la memoria de mi padre,
Lo abraza, le cuenta.
Hasta que por fin se entrega al descanso breve
Para que todo vuelva,
En pocas horas,
A curar las heridas
Entre mate y manzanilla.
Mención especial, Rubro Poesía, Premio Nacional de Literatura Tres de Febrero.
Maldita sea la queja,
La maldigo ahora y siempre,
Porque en este preciso instante
Me obliga a quejarme de ella.
No soporto
Que en mis labios aparezca
Pero mucho menos
En boca ajena.
Queja, quejosa quejumbrosa.
Lamento mal hecho
Por un corazón insatisfecho
Gemido hiriente, altanero;
Fuga de energía
Sin ningún provecho.
Alarma de desdichas
Que se enciende día a día.
− El camino del reproche
Conduce invariablemente
Por senderos infinitos,
Tan frecuentados como infecundos…
¡No la soporto!
He de maldecirla ahora y siempre.
[Y en este lúcido momento
De liberación osada,]
No sólo me quejo
¡La condeno!
En un nuevo intento
De palabras gastadas,
A morir en su propio descontento
Tan lejos de mí mismo
Como yo mismo
Pueda hacerlo.
El poema pecha, puja por salir,
Desde lo más hondo del asombro,
Ya por amor, dolor o júbilo…
Transitan formas errantes
De sonidos y lenguajes.
Asoma, se manifiesta;
Como un destino de ser dicho,
De ser oído o leído.
Por una multitud,
Por una persona.
Da igual,
El poema es siempre el mismo,
Ante un auditorio repleto
O ante el susurro de un solitario eco.
El poema es poema
Aquí y donde sea.
Refundando lo creado.
Denunciando lo indebido.
Un asombro Un erizo
Ser dicho Su destino
A las asambleas de La Rioja, por su lucha pacífica y tenaz
Tan miserables como faltos de ingenio…
Si supieran lo que generan cambiarían de estrategia,
Pero las pocas luces que alumbran
Los bolsillos oscuros de sus madrigueras pensantes n
O se los permite.
Pues este tipo de atropellos
No hacen más que validar la lucha.
Y nuestra gente,
La que pone el cuerpo (a las balas) en las asambleas
Se apasiona más aún.
Y sus banderas,
Que son las nuestras, flamean más fuerte y más alto,
Sobrevolando como siempre a tanto
Intendente o gobernador o presidente
Que andan dando vueltas por la historia.
¡Miserables y faltos de ingenio!
Cuando empezás a incomodarlos
No sólo procuran el desánimo y las divisiones
Sino que también buscan tu desprestigio.
Plan B, reprimir.
Es el mismo mecanismo, eterno,
Tan imbéciles son
Que ni siquiera pueden incorporar una variante
A esa arcaica mecánica.
Lo que no saben ni sabrán
Es nuestra Victoria,
La dignidad no tiene precio.
Mucho menos si se ha decidido nunca bajar la cabeza
Para sostener la mirada a nuestros hijos
Hasta el último respiro.
Cuando lo que existe
Deja de existir
Al cabo de un tiempo
Cabe la pregunta
¿Alguna vez existió?
El olvido declara su rotundo no
Pero la memoria argumenta en su favor:
Lo que fue es en lo que soy
Y puedo ser…
Albedrío derramado en acciones mecánicas
Destino inconcluso en el germen no fecundo
Oquedad resplandeciente en la gran ciudad
Aromas incompletos de cocinas rápidas
Amanecer del futuro en el pasado más remoto
Linchamientos
Testigo veraz del auténtico desconcierto
Enrejado de pánico bloqueando lo fraterno
Despojos periferia márgenes centro
Adentro afuera
Linchamientos
Desencajo por las arterias incomunicadas
De los sueños más soñados por todos
Ruinas
¡Shhh! shh
…
Se oyen sollozos
Lagartijas de luz husmeando en las grietas
Refucilos de ternura anuncian la tormenta
Las fisuras ceden poco a poco
Contracciones
Nuevo mundo
Por parir
Vengo de la noche brillante de tus ojos negros
Hasta el refugio sonoro de tus besos
Colorido recorrido en que me quedo
Demorando el tiempo lo más que puedo
Transito tu mirada como un espejo
Desde mi cálido suspiro hacia tus senos
Exquisito colmenar donde beben mis deseos
Voy por tu cadera
Magnífico arte del barro primero
Y sigo el andar de tus dedos
−escalofríos−
Que acarician mi breve cielo
El de un soñado desvelo
Desnudos de distancia
Juntos de nuevo
Merodeando en las praderas de la sangre
Agazapado y al acecho
Como una fiera hambrienta
En el helado cálculo del salto
Y la inmovilidad de la presa
Con la baba del espanto
Chorreando su colmillo más letal
Sospecho su respiro cerca
Demasiado cerca
Algo me sugiere la inacción
Si me detengo
Quedo al alcance
Y me desgarra por completo
Como un espejo agradecidO
desde el otro extremo de la utopíA
esbozo una respuestA
a milenios de occidental grafíA
desde este punto del papeL observo en perspectivA
el océano en blancO
donde naufragaron los escribaS
un día desperté aquÍ aún no sé cómo llegué a la orillA
pero me siento a gustO
siempre supe andaR
en los márgenes de la vidA
por eso lanzo mi botellA
a las profundas aguas de la osadíA
para mantener el cíclico dialogO
con milenios de occidental poesíA
muelle inciertO
paloma perdidA
continuidad de las voceS
en cualquier geografíA
Me pierdo en una idea, me dejo llevar.
Siento crecer con ella, voy.
Luego son muchas, se multiplican.
Sé lo que digo y no lo sé.
Es confuso, pero su musicalidad me guía.
Las palabras tienen música, sí.
También su armonía.
Y se eligen entre ellas
como si en algún lugar de sus sílabas
guardasen vida.
Desconozco su influjo, pero fluye.
Nada sé de su origen, pero mana.
Aunque no siempre,
sólo apenas cuando le da la gana.
Sigo perdido, cada vez más.
Ignoro el destino pero voy, sigo.
No me detengo, casi somnoliento, mecido por su acompasado ritmo.
De repente llegué aquí sin darme cuenta.
Igual lo quise, lo quiero.
Prefiero este delirio de andar a tientas
montando palabras tercas,
seguir su antojo desprolijo
su libertad
prefiero eso,
lo elijo antes que…
Qué racimo de estrellas
dirá la noche que no nos vea
Qué puñado de arena eterna
marcará el tiempo de la espera
En qué barro lento
buscaran mis pies tus huellas
Cansados de andar la tierra
tras la sorda voz de tus venas
En qué memoria sin consuelo
tu ausencia será recuerdo
Esperando y esperando…
la hora incierta del encuentro.
Una sutil tristeza
se ha infiltrado en mis venas.
Sé que me habita por dentro,
aunque disimula su presencia.
Intuyo su espanto.
Una comezón imposible de rascar,
va llagando mi existencia.
Consume mis días
con laboriosa paciencia,
lo mismo que una hormiga,
el verde follaje de una selva.
No sé cómo o de qué manera
pero hasta mis dichas y alegrías
han aprendido a convivir con ella.
Temo que con el tiempo,
esa ingeniosa tristeza,
se vuelva más familiar a mi ser
que mis propias venas.
Al pueblo que hizo recular a tres multinacionales y su séquito de políticos funcionales. A las mujeres que iniciaron y, aún hoy, sostienen la lucha.
Vibra la tierra caliente.
Estallidos de greda herida
por el andar de valientes
dejando huellas de vida.
Voz esdrújula
resistiendo imperios,
grito enrojecido
custodia montañas y sueños.
Coraje sin límites.
Honor sin obsecuentes.
Victoria sin triunfos.
Sumisos abstenerse.
Porque este tiempo
nos ha madurado
una nueva y sentida copla,
que se oye
en el más sediento de los gritos:
¡El Famatina No se Toca!
A la sombra de un lapacho
Yo la he visto a la copla
Florecida en el canto
De Rodolfo “Tubo” Moya
Artesano del retumbo
Y las cajas decidoras
En que viejo ceibo lejos
Se aquerenció tu pecho
Tallando en el retumbo
La hondura del silencio
Para cubrirnos cada hueco
Con el vibrar del pueblo
Artesano del retumbo
Caja y bombo tu mirada
Repicando horizontes
Por paisajes vino y chaya
Con tu voz quebracho blanco
Ardiendo en la vidala
Por tu oficio de cantor
Con la luz de los lapachos
Copla por copla la vida
Ya se queda a tu costado
Amañada en la chirlera
De un tambor enamorado.
En que viejo ceibo lejos
Crece un cauce de latidos
Ritual que nos congrega
En el canto colectivo
Renovando la esperanza
De un tiempo sin olvidos.
Por tu oficio de cantor
Con la luz de los lapachos
Copla por copla la vida
Ya se queda a tu costado
Amañada en la chirlera
De un tambor enamorado.
A Julián y nuestra pequeña resistencia.
A Gloriana, y la dichosa memoria de su padre, Don Armando.
Una vez más.
Cansados de la sonrisa forzada y la preocupación fingida.
Cansados del atropello disfrazado de cordura y decencia
con que suelen manipularlo todo.
¿Qué cosa sabrán creerse?
¿Quién les habrá metido en la cabeza
que son superiores a nosotros?
El ninguneo es el arte de cagarse bien en el otro,
y hay personas que lo ejercen a la perfección,
como una sacralizada profesión o quizás, una ¿vocación?.
¡Qué tamaña esquizofrenia los embriaga
para que además, se crean buena gente!
Cómo es posible que los obsecuentes de siempre
no huelan semejante putrefacción.
Ellos que están enfermizamente cerca,
¿no los incomoda, no les importa?
¿Será que con el tiempo uno se acostumbra?
Porque en verdad huele,
se siente mal esa cómplice proximidad.
Convivir con esta gente puede llegar a enfermarnos también.
Tal vez, los sumisos obsecuentes de hoy
fueron los rebeldes disidentes de ayer, tal vez, tal vez…
Por eso es que no debemos recular,
no podemos permitirnos enfermar de mansedumbre
porque la muerte será aún más cruel.
Mucho más triste y cruel, para quien se muera de manso…
Pero ¿Qué hacer entonces
con el insoportable hartazgo,
con este pesado cansancio de bronce?
A lo mejor, como el Peatón de Tejada Gómez;
andar, diciendo pequeños No,
pequeños, pero ¡feroces!.
¿En qué tonalidad impacta el vino
al dejarse caer en la copa?
¿Será mayor o menor
el modo de sus acordes?
Deliciosa musicalidad vinosa
que nos hace agua la boca…
Misteriosa fluidez que condensa
en un sólo trago,
¡tanto trabajo, cuánta historia!
Epifanía ardiente
de lo humano y lo divino,
latente en el sereno reposo
de las vasijas;
para estallar luego,
armonioso de vida,
en las bocas ¡sedientas de alegría!.
A veces me preguntan:
(allá lejos)
¿Qué significa la albahaca?
Entonces mis ojos
se nublan en lágrimas;
de esas, que duele contener,
aquellas, que abruman la distancia.
¡Cómo explicarles
que es todo y es nada!
La sencillez de un yuyito.
Seducción de un aroma.
La fuerza de una tradición.
Gualicho verde que enamora.
Un chango entreverao.
Una chinita mojada.
Ternuras de mi pueblo.
En siestas desveladas.
Sigilos en la oreja,
de chayas y vidalas
¡La Rioja entera
florecida en esperanzas!
¿Pero cómo terminar,
si aún no empiezo?
O ¿cómo empezar
si es todo y es nada?
¡Y todavía me preguntan
qué significa la albahaca!
Sigilos en la oreja, digo,
de chayas y vidalas
¡Un pueblo entero, señores,
florecido en esperanzas!
Si la lluvia no fuera
húmeda palabra que besa
la tierra sedienta,
jamás lo verde
hablaría de fiesta.
Aunque también, a veces,
descarga furiosas dagas
como de blanco fuego;
cortando en el aire los sueños
con el agua filosa de miedos.
Sutil y tormentosa,
letal y cariñosa.
¡Cuánta preñez brotando
de una vigorosa gota…!
Lluvia poderosa
que de sólo poder, nos moja.
− Empapado de vida
escucho mi suerte,
susurrándome al oído
su antojo de muerte.
¡Antigua deidad ambigua!
Tan frágil como fuerte,
en tu pila bautismal,
de principio a fin: la vida y la muerte.
Estaba sentado en el banco de una plaza… Ramón Hurtado era un reconocido cuentista, altamente valorado por la crítica de su reducido círculo familiar, en un breve pueblo del interior de la provincia de La Rioja. Recién llegado a Buenos Aires, con mucho entusiasmo y en busca de nuevas posibilidades, tenía que hacer tiempo (si acaso eso fuera posible) para su próxima entrevista de trabajo y se le ocurrió escribir, su pasatiempo preferido. El clima era favorable para la aventura que se propuso. Todo conspiraba. El sol se derramaba generoso sobre su rostro, iluminando el papel y sus pretensiones literarias. Una suave brisa cómplice procuraba que las dádivas del astro fueran más diáfanas que ardientes, lo cual hacía todo más agradable. Todavía no habían dado las dos de la tarde, la gente caminaba relajada disfrutando del buen tiempo. Los turistas, al pasar, ofrecían una deliciosa música de fondo conversando entre ellos con los más variados acentos de los que es capaz el ser humano. La primavera asomaba en todo su esplendor, armoniosa y seductora como cada año cuando, de repente, el tiempo se detuvo. También la primavera y, desde luego que la gente, los turistas y su musicalidad al hablar. Todo alrededor quedó inmóvil, cuando un muchacho probablemente más joven que Hurtado, aunque notablemente desmejorado, como si muchas vidas hubiesen transitado por ese mismo cuerpo, se acercó y le dijo:
-¿Sos creyente?
-Sí, claro –respondió después de unos segundos de exhaustiva introspección.
-¿Me das dinero entonces? Porque quiero comer.
-No tengo dinero –exclamó dubitativo- es más, ni siquiera yo he comido aún.
-¿Me puedo sentar?
-Sí, sí, claro –mientras sospechaba en sus adentros que el cuento que había comenzado con tanto entusiasmo se vería interrumpido, o al menos demorado.
-¡Así que no almorzaste todavía! yo te puedo ofrecer algo para que comas -dijo el extraño visitante- Mientras asomaba de su bolsillo un fierro antipáticamente tímido, que muy gentilmente, quiso mostrarle.
Hurtado no entendía muy bien lo que sucedía. Ya no le interesaba inventar una historia y se esforzaba por comprender la situación que estaba viviendo. No había nadie en la plaza, el mundo se mostraba deshabitado, sólo ellos dos sentados en un banco. Y el filo de lo eterno haciendo un tajo en ese pedazo de tiempo, como queriendo quedarse.
Vaya uno a saber si está cargada. Quizás no. De ser así, bueno sería tenerlo como compañero de truco, porque ni en sus ojos ni en su voz la mentira se devela.
-Apuráte, dame la guita. Dale. ¡Dale! -el tono de voz de aquel extraño empezó a cambiar hasta lograr un perfecto maridaje con el secreto que escondía en el bolsillo de su campera, pero no gritaba, y se preocupaba de no gesticular demasiado porque el mundo se había detenido para Hurtado, no para él.
– ¿La facultad de Derecho está cerca de aquí? – Asomó la pregunta de una joven muy linda y bien arreglada, con apariencia de futura abogada o jueza de la nación quizás. Pero se veía demasiado precoz como para mediar en este momento, por lo que Hurtado se quedó callado.
-No somos de aquí flaca – apresuró en responder el extraño- pero seguí derecho, cruzando el puente, todos van por ahí.
Casi inmóvil ya, el riojano se resistía a creer lo que estaba sucediendo. Sólo tenía cincuenta pesos en su billetera y le quedaban por transitar unas semanas muy largas todavía. Dando por descontado que la entrevista de trabajo, que aún lo aguardaba, sería un éxito. Algo tenía que hacer:
-Mira, sólo tengo el celular –atinó a decirle- si te sirve te lo doy.
-Bueno ¡dale, dale!
-Pero espera que le saque el chip.
Hurtado recordaba una conversación con sus amigos, en aquel breve pueblo que ahora parecía más lejano que nunca, sobre lo peligroso que podía ser que todos los datos y contactos telefónicos caigan en manos de un extraño.
– ¡Dale, dale, metele. Dale y no te hagas el piola, que en un minuto cae la cana y se pudre todo!
Entonces siguió pausado y más tranquilo, porque muy dentro suyo intuía: si todavía no disparó, no lo va hacer nunca. Se quedó con el chip y le entregó el celular. El extraño se puso de pie, se disponía a retirarse, cuando Hurtado le preguntó:
– ¿Cómo te llamas?
– No tengo nombre.
-Eso no es posible, todos tenemos un nombre.
-Es verdad, cabeza, alguna vez tuve uno pero ahora no. Me lo robaron hace dos o tres generaciones (tal vez cuatro), casi no lo recuerdo, junto con el trabajo y algunas cositas más. Pero me voy, cabeza, no tengo ganas de hablar ni quiero perder tiempo, ¡cuidáte mucho! Las ciudades grandes son un poco peligrosas.
Estas últimas palabras quedaron resonando en el aire. Lo veía retirarse. Su espalda se achicaba de a poco, hasta perderse por completo… Recién entonces me levanté y me fui, era hora de la entrevista.
A las divinidades diaguitas y su resonancia en mi tambor
I
Que misterio tu sonido
Como relincho de Llastay
Estridencia que conmueve
Como alegría de Pujllay
Hasta el eco te respeta
Como relincho de Llastay
Si te lleva y te devuelve
Como alegría de Pujllay
La Pachamama te escuchará
Y Huayrapuca te llevará
La Yacurmana refrescará
Tu cuero viejo para chayar
Tamborcito, no te calles…
II
Recitado:
Testigo sos de los tiempos,
Más que instrumento compañero,
Del Diaguita en su momento,
En nuestros días del chayero.
No te calles tamborcito
Desde antaño y en febrero
Engüalichame con tu encanto,
Pa` volverme vidalero.
III
No te calles tamborcito
Como relincho de Llastay
Vidaleame la memoria
Como alegría de Pujllay
No me dejes sin la historia
Como relincho de Llastay
Del diaguita y su gloria
Como alegría de Pujllay
La Pachamama te escuchará
Y Huayrapuca te llevará
La Yacurmana refrescará
Tu cuero viejo para chayar
Tamborcito, no te calles…
IV
Al golpearte me revelo
Como relincho de Llastay
De la suerte que me toca
Como alegría de Pujllay
Y cantando me desvelo
Como relincho de Llastay
Con las coplas que me brotan
Como alegría de Pujllay
La Pachamama te escuchará
Y Huayrapuca te llevará
La Yacurmana refrescará
Tu cuero viejo para chayar
Tamborcito, no te calles,
Tamborcito…
Soy vidala busco el cielo
Parche dentro de los cueros
Soy vidala vuelo lejos
Grito afuera lo que siento
Soy vidala sigo el sol
Calladito de un amor
Resonancia del dolor
Es la fuerza de mi voz
Soy vidala donde vaya
¡Soy la vida, la vidala!
Del recuerdo siempre vuelvo
Procurando tu consuelo
Recitado:
Originaria de esta tierra
Mi cadencia se despliega
Cuando el parche me sacude
Sus secretos de chirlera.
Canto fuerte digo lento
Voy sin miedo como pienso
Aire triste por momentos
Jubilosa cuando quiero
Soy el grito de aquel indio
Que mataron en el cerro
Sobrevivo en el silbido
Memorioso de un abuelo
Soy rescoldo siempre vuelvo
Mismo fuego leño nuevo
Soy el sueño que va ardiendo
Cuero adentro de mi pecho
Soy vidala donde vaya
¡Soy la vida, la vidala!
Del recuerdo siempre vuelvo
Procurando tú consuelo