Es cordobesa, pero vive en la Rioja desde hace un tiempo.
Ama la lectura desde el momento de descubrirla al aprender a leer y ya no pudo abandonarla. Igualmente la escritura es su otra pasión, un pasaporte a mundos desconocidos donde todo es posible, decidiendo vida y muerte de sus personajes aunque a veces son ellos los que se adueñan de la página en blanco.
TEXTOS PUBLICADOS
Iluminada por las llamas amarillas, verdes, azules, la cara del Pujllay se va desmoronando de a poco.
La gente mira, ríe, conversa, comenta, nunca vieron un muñeco tan parecido a un hombre. Si hasta podría decirse que llora dicen…
Cantos, bailes, se mezclan con el manto blanco de la harina y el olor invasivo de la albahaca. Un viento repentino esparce las cenizas de la quema.
En el rancho una mujer abraza a su bebé, nadie podrá hacerte daño dice, arrodillándose pide perdón a Dios.
3° Premio Concurso Literario Chaya 2020.
3° Concurso de Microcuentos “Te cuento la Chaya”.
Estaban reunidas las tres, para tomar el té. Sobre la mesa, cubierta con un mantel a cuadros rojos y blancos, una tarta de manzanas esperaba ser cortada.
La más rubia, Blancanieves exclama- ¡Soy feliz! porque he vencido mi temor a comer manzanas. La prueba está ahí – y corta la tarta, sirviéndose un trozo.
Cenicienta, también está contenta, venció su aversión al gris ceniciento, con un psiquiatra y ahora lo luce en zapatos, vestidos y carteras.
-Miren que linda combinación –dice mostrando sus zapatos con un moño en gris.
-Además este color le sienta bien a mi cabello – agrega moviendo sus rulos.
-Y vos Caperucita – preguntan a coro.
-Y yo… un poco amargada, sufro de insomnio las noches de luna llena, cuando mi marido aúlla desafinado-.
Se miran las tres, ríen y brindan con una taza de té.
Afuera es verano y hace calor.
Primer concurso de cuentos breves. Tengo poco por decir. Mención especial. Año 2011
El tenedor juguetea entre los grumos apelotonados de la polenta mal cocida. Era eso o una sopa aguachenta donde se bañaban, con mucha suerte tres o cuatro fideos. Así durante años.
Los patrones comían otras cosas.
El pollo, crujiente sobre la mesada, exhalaba olor a hierbas, mostaza y miel.
Lo miró con rabia, estaba harta de lo que lo daban para comer, de usar ropa ajena, de zapatos viejos y deformados, de maltratos e injusticias.
Estaba sola, la cocinera había bajado al sótano en busca del vino.
Se acercó al pollo, lo olió con ansias, después con un esfuerzo de los labios le lanzó una escupida. El líquido blanquecino se perdió lentamente en la salsa oscura.
Volvió a su lugar, terminó de comer y mirando al ave le dijo- pollito vos no tenés nada que ver, la cosa no es con vos-.
Primer concurso de cuentos breves. Tengo poco por decir. Mención especial. Año 2011
Aprovecharon la siesta, a la hora que sus padres dormían.
Sigilosos subieron por las escaleras. Eran cinco amigos.
La idea surgió de ver el programa tantas veces en la tele, si él podía ¿por qué no ellos? Alquilaron el traje con la explicación que era para una fiesta de la escuela. Lo obtuvieron fácilmente sólo con la recomendación de cuidarlo mucho.
Convencieron a Carlitos, el más chico sin demasiado esfuerzo y lo vistieron con el traje. Ya en la terraza le pidieron que se tirara.
Se tiró…
La llantería de los chicos despertó al barrio.
Carlitos no se levanta, era el grito repetido.
Ellos habían creído que todos podemos tener poderes como Superman.
Quizás tenían razón, el niño se levantó al rato en medio del asombro de todos, diciendo: Vieron que podía.
Nadie vio al ángel que lo sostuvo en la caída.
1º Concurso de cuentos breves “Tengo poco por decir”. Mención especial Año 2011.
La madre de Caperucita indignada por su falta de protagonismo, ha decidido encadenarse a un árbol del bosque. No tiene idea del peligro, lo único que le interesa es hacerse famosa. Esa noche habrá ruido de carne desgarrada, huesos triturados y una voz diciendo: mañana seré noticia en canales y tapas de revistas
Primer concurso de cuentos breves. Tengo poco por decir. Mención especial. Año 2011
A los dieciséis, estando embarazada, el padre del bebé la abandonó, apenas saberlo. Lo había criado sola.
Se dedicó por entero a él, trabajando en lo que conseguía hasta que nació. Después todo fue sacrificio, horas enteras dedicadas a ganar un centavo más para conseguirle comida, leche, los juguetes, la cuna, el cochecito, abrigo; cuando creció la escuela, la pelota de futbol, la bici…
Y vino la adolescencia.
Él no respondía a tanto amor. Llevaba una maldad atornillada en el alma. A los trece años era agresivo con los compañeros, cruel con los animales; torturaba a los perros atándoles el hocico con alambre, para que muriesen de hambre y sed.
Una vez prendió fuego a un gato.
A los dieciocho años casi mata a golpes a un chico en un boliche.
A los veinte mató un policía en un asalto.
Esta vez ella no lo perdonó, y mirándolo fijo sin que le temblara la voz le dijo: debí hacerle caso a tu papá, abortar.
Primer concurso de cuentos breves. Tengo poco por decir. Mención especial. Año 2011
Ella descansa recostada sobre un costado, el rostro sobre una mano, las piernas encogidas, el pelo desparramado sobre la almohada…
Así dormida paree una niña, sin embargo es vieja por edad y por cansancio.
Es febrero, mes de magia y misterios; entonces, ella sueña, sueña u juventud, el carnaval donde conoció a Pedro su amor de toda la vida y con el que se casó años más tarde.
Segunda Inés está enferma, le queda poco, lo sabe, por eso intenta revivir en su mente esos recuerdos: el baile, ese ir y venir de encuentros y desencuentros, la mirada hambrienta de Pedro, la tristeza escondida en las vidalas, la aspereza de las alpargatas rasguñando los pies cansados, el agua resbalando sobre el cuerpo ardiente, los gritos de alegría, las guitarras sorprendidas de voces, el perfume invasor de las hojas de la albahaca, la palidez de la harina sobre las pieles asoleadas, el quejido de las empanadas al caer sobre el aceite humeante, las nostalgias que gritan las cajas, el espíritu de la chaya flotando entre todos, el vino deslizándose aterciopelado sobre gargantas resecas de cantos y penas.
La habitación en donde descansa es más bien pequeña, está la cama, una mesa de luz llena de frascos con remedios y la estampita de su santo preferido, la cómoda, donde ocupando el centro, la sonrisa de Pedro asoma en una foto blanco y negro.
Viste traje oscuro, decidió ponérselo para ganar una apuesta a los amigos. “No vas a ser capaz de usar traje y corbata con este calor”-le dijeron, -“te apostamos una damajuana de tinto a que no” – ; él aceptó. Así audaz, un poco loco, resultaba siempre un triunfador. Quizás fue por eso, que no le extraño verlo aparecer en sus sueños, invitándola al baile.
“Pero si vos estás muerto”- atinó a decirle, – “sí pero eso no importa vamos lo mismo”-, y así lo hicieron.
De a ratos la puerta se abre y alguien mira hacia la cama sin turbar el descanso de la enferma, enseguida vuelve a cerrarse suavemente, volviendo el silencio a ocupar el lugar.
El día va muriendo despacio y la oscuridad apurada comienza su reinado.
Segunda sigue en la misma posición, el ritmo de su respiración apenas la agita.
En el comedor están todos reunidos, los habitantes y os que llegaron de lejos, esperan; por la ventana llega de a ratos la música del carnaval en su final, la algarabía de la gente, palabras no entendibles, rumores de fiesta y alegría, olores entremezclados de harina y agua, albahaca y vino. En la plaza, el papel picado remonta alturas y el agua salpica estridente mientras el muñeco se derrite en rebeldes nubes grises, el año siguiente todo volverá a repetirse. De a poco la gente va regresando a sus casas.
Amanece, un viento suave intranquiliza las delgadas cortinas tejidas a crochet cambiándolas de lugar, lleva con él un fuerte aroma a hierba fresca.
La puerta se abre por primera vez en el día, ojos piadosos, tristes, mojados, resignados, descubren a Segunda inmóvil, sonriente, sosteniendo un ramito de albahaca entre las manos descoloridas; a su lado en el suelo la foto de Pedro, cruzada con otro, junto a un par de alpargatas empapadas, el olor de la albahaca fresca inunda.
La muerte a veces suele ser generosa, y se permite algunas licencias.
1° Concurso de Cuentos Febrero Chayero. Mención Especial. 2011.