El Gobierno de La Rioja, a través de la coordinación de Educación Artística del Ministerio de Educación y la dirección de Artes Visuales de la Secretaría de Culturas, invita a participar de la convocatoria para afiches «Florecer las palabras».
La convocatoria se llevará a cabo desde el miércoles 1 de junio hasta el viernes 1 de julio inclusive.
Este proyecto se realizará con las y los alumnos de los 4to y 5to años de las escuelas secundarias del territorio provincial, pero también podrán participar jóvenes de entre 16 y 26 años, que hayan concluido o no el secundario.
La propuesta consiste en realizar imágenes en técnicas del grabado, técnicas gráficas, técnicas digitales a partir de fragmentos del libro «Tres golpes de timbal» de Daniel Moyano (escritor, músico argentino). Estas imágenes deberán enviarse por correo electrónico con los
datos personales (nombre, apellido, DNI, edad, escuela, y/o seudónimo), en alta resolución en formatos JPG, PNG, PDF, al siguiente email: d.artesvisualeslarioa@gmail.com debiendo escribir en asunto «Florecer las palabras».
La presente convocatoria no es concurso, ni tendrá instancias de selección y/o premiación, por lo que todas las imágenes trabajadas en base a la novela de Daniel Moyano, «Tres golpes de timbal», y que lleguen en tiempo y forma al correo indicado, serán impresas para la Feria del libro La Rioja 2022 y colocados en la vía pública.
A modo de ayuda hemos seleccionado los siguientes fragmentos, pero se pueden tomar otros pasajes del texto mencionado. La idea es que puedan trabajar con las/los docentes de lengua y literatura y plástica- visual de sus respectivas instituciones educativas, y que puedan desarrollar imágenes metafóricas de alguno de estos fragmentos, en diferentes técnicas y procedimientos que luego puedan digitalizar a través de un buen registro fotográfico o escanear en buena resolución para que al imprimirlas en los afiches no se pixelen. Recuerden que
también se pueden incluir partes o palabras sueltas del fragmento con el trabajaron.
Fragmentos:
- “A más de cinco mil metros de altura, las mulas andinas trepan dejando señales
rojas en la nieve, hechas con las gotas de sangre que se les escapan por la nariz”. - “Mulitas tan livianas y ligeras que parecen nubes; pero dentro de esa aparente
liviandad, el corazón les late tan fuerte que los jinetes pueden oír su golpeteo.” - “También las palabras, en el refugio cordillerano donde escribo esta historia,
suenan como latidos; y llegan a mí de la misma manera que el ruido del corazón
de las mulas al preocupado oído del mulero” - “Más arriba de este refugio, llamado Mirador de los vientos, el cielo es
permanentemente azul. Las nubes están siempre allá abajo. Las he visto tiritar de
frio y deshacerse en lluvias que no me alcanzan.” - “El mirador, integrado a la montaña, es circular, de techo abovedado, con un
ventanal que da al abismo. Hay un hogar para el fuego, que alimento con raíces,
especies de árboles disminuidos que para no helarse crecen bajo la tierra.” - “El estudio de este antiguo tratado del lenguaje me ha enseñado a querer a las
palabras. Las escribo viéndolas florecer, tocadas por la intensidad o desnudez de
la altura; las oigo sonar en el silencio virgen de la expansión. Y son música, como
afirma el gramático.” - “Cada vez que escribo una (palabra), siento el latido del objeto encerrado por los
signos. Las oigo vivir. Las palabras sacan a las cosas del olvido y las ponen en el
tiempo; sin ellas, desaparecerían. Los cóndores, por ejemplo, caerían en mitad de
su vuelo. Por eso cada vez que escucho el aleteo con que estas grandes aves se
lanzan al espacio, digo cuidadosamente „cóndor‟, de modo que suenen bien todas
sus letras, para que la palabra, además de las alas, ayuden a sostenerlo.” - “Los pájaros de abajo, cuando arrastrados por el viento traspasan sus límites y
penetran en las grandes alturas, dejan de cantar, es decir, pierden sus palabras.
Sin ellas ya no son aves; se convierten en trapos sucios en el vendaval.” - “Y es una gran pena verlos rodar en los caprichos del viento, caer entre las rocas
donde los devoran las hambrientas hormigas de la montaña. „Pájaro, pájaro‟, les
grito viéndolos caer. Pero ya han dejado de serlo: la palabra ha huido de ellos. Y
se entregan silenciosos, todavía vivos, al festín de las hormigas.” - “A mis espaldas está el mar, el formidable mar océano. Oculto por la cordillera, no
lo veo. Pero puedo sentirlo. Tengo en mi cuerpo terminales nerviosas sensibles a
pulsiones, que me conectan con él a pesar de las moles de piedra que nos
separan.” - “Los nervios de mi espalda son como ojos. En las noches sin viento,
concentrándome, alcanzo a percibir su crispación y siento que mi piel se saliniza.
Nombrarlo es un placer total. Su palabra es perfecta. Tal como digo cóndor
mientras este vuela, digo mar sintiendo que él sucede a mis espaldas. Esta
presencia también forma parte de la intensidad que aquí tiene la altura, la misma
que hace sangrar a las mulas y temblar a las palabras.” - “He venido aquí a poner en sonidos escritos y ordenados las historias recogidas
por Fábulo Vega, astrónomo y titiritero, que son la memoria de Minas Altas, su
pueblo y el mío. Él ha modelado y fijado en sus muñecos a cuantos vivieron y
murieron, para salvarlos del olvido. A lo largo del tiempo, ha ido copiando al
mundo.” - “Con ritmo de comienzo de lluvia cayeron unos pájaros, aislados. Sin truenos ni
relámpagos, poco a poco fueron lluvia declarada. Nos refugiamos en la galería, a
salvo de esos goterones llenos por dentro de una sangre muerta. Los oíamos caer
sobre el techo de zinc como un granizo. Una mezcla de calandrias, tordos y
pequeños colibríes escarchados, que huyendo del estruendo habían remontado
vientos y alturas equivalentes al cruce de un océano.”