Por: Jimena Vera Psaró
Desde el viernes pasado y hasta fines de mayo, se expone un recorte de la colección Albrieu en el Museo de Bellas Artes de Salta, con obras de arte contemporáneo de gran parte del NOA y centro del país. Esta propuesta es un esfuerzo de trabajo compartido entre gestores públicos e independientes para mostrar el coleccionismo afectivo y federal.
Un día antes de la inauguración, el Instituto de Investigación en Cultura y Arte de la Universidad Nacional de Salta (IICA) a través de su director Hernán Ulm y el Museo de Bellas Artes a cargo de Marcela López Sastre, invitaron al conversatorio “Cartografías afectivas: Territorios del Arte” junto a Hugo Albrieu, coleccionista; Luciana Gómez, directora de Artes Visuales de la Secretaría de Culturas de La Rioja y Jimena Vera Psaró, periodista y artista.
Mientras que, el sábado 20 de marzo, se presentó el libro “Construir un muro para poder derribarlo – Colección Albrieu” con textos sobre la colección, invitados por Ana Benedetti en el espacio de arte de librería Rayuela de la provincia de Salta.
El cuidado como gesto político y poético
Cada una de estas acciones estuvo adaptada a los protocolos de bioseguridad en el marco de las políticas del cuidado por la pandemia. Las actividades presenciales fueron con reserva, el recorrido del museo se arma con cita previa y en grupos de hasta diez personas y el conversatorio se transmitió por las redes sociales del Museo y del IICA.
Habitar el vacío
Tras más de 360 días de Pandemia por COVID 19 con cientos de salas, galerías y museos cerrados, una gran cantidad de muestras quedaron inauguradas en el vacío, interpelándose entre sí, en un territorio sin tiempo. Mientras que las personas nos esforzamos en mantener habitable lo que somos, y lo que cada espacio hace de nosotros. Fue un momento para pensar el vínculo del arte con las personas. Si bien la red también ejecutó su rol de ser escenario del arte, lo público y lo privado dejaron de ser categorías estrictas para trazar límites. Colecciones, instituciones públicas provinciales y regionales, espacios de arte independientes y las y los artistas trabajando iniciaron el ruido de un montaje en donde todo aparentaba silencio. En medio de este plano fijo y blanco de las paredes de, por ejemplo de un Museo, funcionó como esa pausa en silencio el espacio del pensamiento, para producir desde lo afectivo y lo sensible.
La propuesta de montaje de “Hay muchas cosas que ya no hay” ejecutada por Andrei Fernández trae y politiza los rasgos de esa casa habitable en las salas del Museo de Bellas Artes. De esta misma manera vive Hugo Albrieu, el coleccionista, entre obras y el mobiliario propio de una residencia. La muestra (y su casa) invita a quien la recorre a dialogar con las y los artistas que como una suerte de topógrafos, ponen en escena nuevas construcciones, relaciones y vínculos que son perceptibles de una forma particular en este tiempo y en este espacio. La curadora Andrei Fernández, estuvo acompañada por el equipo curatorial integrado por Luciana Gómez B. y Jimena Vera Psaró de La Rioja y la indispensable cooperación de Laura Martínez Buryaile y Miguel Gonza del equipo de montaje del Museo de Bellas Artes de Salta. Acompañó también este recorrido Viviana Ocampo Corominas, una de las artistas riojanas de la colección.
Obras como apachetas
El arte repone lo que no está, lo busca y en este sentido la colección territorializa de un modo frágil e invisible pero muy potente, el deseo de contar la existencia a través de artistas contemporáneos. Establece vínculos y crear nuevos mapas a medida que se van dibujando en este territorio geográfico que tanto nos une, como nos espanta.
Desde La Rioja, insistimos en la necesidad de contar con un espacio de exposición público y permanente para el Arte Contemporáneo. Mientras, en este devenir, agradecemos los vínculos federales para crear estos espacios tanto de la Secretaría de Culturas de La Rioja, a cargo de Patricia Herrera, a Marcela López Sastre y a Sabrina Sansone, Secretaria de Cultura de la provincia de Salta, a galeristas privados, a los espacios independientes y sobre todo a las y los coleccionistas como Hugo Albrieu, con la generosidad de abrir y compartir su colección privada tanto en Un Muro, su espacio de Arte como hacerla itinerar por Córdoba, Mendoza, Catamarca, Santa Fe y ahora Salta.
El arte opera el territorio de lo simbólico, cada muestra inicia así un proceso inagotable de construcción de sentido, que se ejecuta en el tiempo y nunca va a terminar del todo. La memoria es también el reservorio de imágenes que van a dar cuenta de nuestro tiempo.
Luego de varios días de recorridos intensos, de mapear nuevos afectos, de sentir y vivir el arte, la pregunta es ¿qué imágenes nos van a abrazar cuando todo pase?